Regalo de Reyes
| 13 gener 2012Recuerdo aquella noche como si fuera ayer. Estábamos bajo la fría nieve de un 24 de Diciembre, recorriendo las calles de un pequeñísimo municipio cerca del Pirineo Catalán. Para llegar hasta allí, nos pasamos horas y horas en el coche, escuchando el mismo CD una y otra vez y además sin un destino fijo, simplemente una calle y un número encontrados de casualidad en una web especializada. Fue bajar del coche y helarnos, ya que no estábamos lo suficientemente preparados para esas bajísimas temperaturas.
Corriendo, nos dirigimos hacia el lugar. Se trataba de una casa de montaña grandiosa. Todos impacientes por saber quién nos recibiría, llamamos al timbre. Una voz muy cálida nos dio la bienvenida y abrió la puerta. Allí, nos recibieron unos cachorros de Bulldog cargados de energía, que apenas debían tener dos meses. Seguidamente, a paso más ligero, la madre de éstos. La llegada de los pequeños hizo que sin pensarlo ni un segundo nos acercáramos más a ellos para acariciarlos. Una vez dentro, al fondo de aquellos interminables jardines, volvimos a escuchar aquella voz tan y tan cálida. Pertenecía a una mujer de unos cincuenta y pico años. Ella, muy amable nos invitó a entrar a su vivienda. Una vez dentro le pedimos que nos enseñara el que iba a ser nuestro regalo de Reyes. Así hizo. Nos dejó solos en su amplio comedor, mientras se dirigía a la parte trasera de su casa. Pasados unos diez minutos, volvió. Venía con la chaqueta llena de copos de nieve, y la mano dentro, pegada al cuerpo. Sacó la mano, y nos mostró el regalo. Al verlo, todos nos miramos unos a otros y no dudamos en ir a por aquello. Se trataba de una bola muy, muy pequeña de pelo blanco que no hacía mas que temblar de frío. Nunca había visto una cosa tan bonita y pequeña. Nos quedamos con las ganas de llevarnos aquel bichillo esa misma noche. Cosa que se nos hizo imposible porque tenían que ponerle el chip y vacunarlo.
Con una pena terrible, lo dejamos allí, jugando con aquellas mini-bestias. Pero no por mucho tiempo, al cabo de tres días, se lo llevaron a Sant Adrià de Besòs, allí lo recogimos. Nada más vernos, se dirigió a nosotros, con la máxima velocidad que sus piernecitas le permitieron. Y desde aquel día, justo hace cuatro años, por mi casa ronda esa bola blanca, su nombre es Chico.
Laura Alarcon
Laura, m’ha agradat molt el te escrit. Descrius força bé les emocions associades a un regal realment excepcional. Potser el segon paràgraf és massa extens? No sé si es pot arreglar, però.
No paris d’escriure, que tens molt a dir i ho pots dir molt bé!
Fins al proper
Josep Maria
Sí, també crec que és massa llarg. En el moment no vaig saber per on tallar. Si vols l’intento separar i t’ho reenvio.
Gràcies
Laura Alarcón